Se trata del crimen de Helena Jubany ocurrido en España. Murió tras caer, desnuda y sedada, desde la terraza de un edificio. Una de sus amigas estuvo detenida y se suicidó en prisión. Despecho, rivalidad y un juego de rol fueron investigados como el móvil del rimen. El caso se cerró en 2005 sin culpables. Ahora, testigos aportaron a un programa de TV nuevos indicios.

Helena Jubany (27) era periodista y escritora. Antes de morir trabajaba en una biblioteca. Era oriunda de Mataró y se mudó sola a 42 kilómetros: a la ciudad de Sabadell, en Cataluña. Además de sus compañeros de trabajo, se vinculaba con un grupo de unas cuatro personas que asistían junto a ella a una entidad deportiva llamada “Unión Excursionistas de Sabadaell” (UES). No estaba en pareja, había terminado con su ex novio un año antes. El 30 de noviembre de 2001 salió de su departamento al mediodía y faltó a su trabajo. Al día siguiente debía encontrarse con su padre Joan y no asistió; un día después tampoco fue a una reunión con una amiga. Joan y su esposa María Dolores hicieron la denuncia. Pronto se enteraron que su hija estaba muerta.

El crimen

El domingo 2 de diciembre de 2001 a las 9 de la mañana la policía recibió un llamado: una chica fue encontrada muerta en el patio interno de un edificio de cuatro pisos en Calvet d’Estrella 48. Estaba desnuda y con el cuero cabelludo quemado. En la terraza encontraron su ropa, restos de cabello y fósforos. Lo primero que se barajó fue un suicidio. Sin embargo, cuando se conocieron los resultados de la autopsia se supo que era imposible. Helena cayó al vacío en coma, producto de un somnífero que contendía benzodiacepinas. Tenía 35 veces más que una dosis normal. Helena nunca podría haber subido hasta la terraza y trepado las rejas para arrojarse por sí misma. ¿Por qué Helena apareció muerta en un edificio a 20 kilómetros de su casa? Lo único que vinculaba a la bibliotecaria con ese lugar era una integrante de UES: Montserrat Careta, una maestra, que vivía en el tercer piso.

Cartas anónimas

En el departamento en el que vivía Helena todo estaba ordenado. Había indicios de que salió apresurada y volvería: un libro abierto, la comida preparada. En la cocina encontraron dos extrañas cartas anónimas que fueron enviadas tres meses antes del crimen. La primera venía con una Horcata, la bebida refrescante favorita de Helena y pastas. La misiva decía: “Helena, sorpresa. Pasábamos por aquí, y hemos dicho: a ver la Helena qué se explica. ¿¿¿Somos??? Te haremos un truco. A comérselo todo”.

Helena le preguntó a su hermana Diana si ella o su madre le habían dado esa sorpresa. Pero no. La bibliotecaria no comió ni bebió el regalo anónimo que dejaron en la puerta del departamento. A los 23 días recibió otra carta con un jugo de melocotón: “Helena, antes de todo, esperamos que te tomes esto con el mismo sentido del humor que nosotros, a la tercera te destaparemos el misterio. Es bastante seguro que te reirás bastante. Nos gustaría mucho volver a coincidir en la UES. ¡Ya lo hablaremos!”. Esta vez había una pista: nombraban al grupo de excursionistas.

Las compañeras de trabajo de Helena recuerdan la tarde en la que ella llegó con un jugo de melocotón, lo bebió y comenzó a sentirse mal. Lo llevó a analizar y supo que tenía un somnífero. Durmió por muchas horas.

La investigación

Todos los integrantes del grupo de UES fueron llamados a declarar y realizaron un cuerpo de escritura para comparar la letra con la de los anónimos. Montserrat Careta declaró que en la noche del viernes 30 de noviembre y la madrugada del 1 de diciembre ella y su novio, el abogado Santiago Laiglesia, también integrante de UES, durmieron en su departamento de la calle Calvet d’Estrella. También dijo que por la tarde fueron a un partido de fútbol. El testimonio de Laiglesia fue diferente: dijo que durmieron en la casa de sus padres y no mencionó la visita a un partido de fútbol. Sin embargo, al otro día, Laiglesia se presentó nuevamente a declarar para aclarar que fueron al partido -algo que no pudo confirmarse- y que luego ambos durmieron en la casa de sus padres porque debían levantarse temprano para hacer una salida con la UES.

Cuando la policía allanó el departamento de Careta encontró un medicamento que contenía benzodiacepina -un blíster estaba vacío- y una caja de fósforos. Las pericias grafológicas señalaban a Careta como probable autora de los mensajes anónimos. Tres meses después de la muerte, Careta fue detenida. También estuvo presa otra integrante de UES, Ana Echaguivel, como posible autora de otra de las cartas.

¿Despecho, rivalidad, juego de rol? Esos fueron los motivos que se sospecharon como móviles del crimen. No se pudo probar ninguno.

Unos meses después, Careta se suicidó en la prisión Wad-Ras y dejó una carta en la que afirmó ser inocente. Echaguivel fue liberada por falta de pruebas. En octubre de 2005 la causa se cerró.

Nuevos indicios

El programa Crims de la cadena TV3 de España realizó un documental. A partir de ese informe que se transmitió a fines de abril de 2020 surgieron indicios que hicieron que el martes 8 de agosto de 2020 la justicia decidiera reabrir la causa. Fue a raíz de un escrito presentado por el fiscal Manuel Sancho de Salas y la familia Jubany.  

Durante el documental se demostró que Careta y Laiglesia vivían juntos en el edificio donde Helena fue asesinada. Tras el hecho, su nombre fue borrado del buzón de correo de la entrada del edificio y ellos negaron la convivencia. También señalaron que en la farmacia donde se habrían comprado los sedantes no reconocieron como habitual cliente a Careta pero sí a Laiglesia. El interrogante principal del programa fue por qué culparon a Careta y no a Laiglesia por la proximidad del escenario del hecho con el departamento, la existencia de benzodiacepinas en la mesita de luz del dormitorio y la presencia de fósforos como los utilizados para quemar a Helena. Otra pregunta fue ¿pudo Careta sola subir un cuerpo inconsciente por las escaleras y tener la fuerza para arrojarlo al vacío?

El juez Joan Cardona Ibáñez será el encargado de investigar, 19 años después, para conseguir justicia por el crimen de Helena. Es la última oportunidad ya que el año que viene prescribiría la causa.

Actualización

La causa iba a prescribir el 2 de diciembre de 2021, un día antes, el juez encontró una pista y señaló a un sospechoso. ¿Cuál fue la nueva pista? Se analizó el disco duro de la computadora de Helena y se encontró un correo electrónico que había sido eliminado. Lo había enviado Xavi Jiménez, compañero del UES. Los datos que contenía ese mail -una excursión en particular- se relacionaban con los de los anónimos recibidos por la víctima y es por eso que ordenaron pericias caligráficas y Jiménez fue imputado como partícipe del crimen.

El 27 de julio de 2022 se supo que peritos hallaron dos perfiles genéticos en la ropa (un jersey blanco de cuello alto) que usó por última vez Helena. ¿Por qué lo encontraron ahora? Porque la familia solicitó volver a revisar las prendas y la justicia lo aceptó. Van a comparar el ADN con el de Jiménez.

El 13 de junio de 2023 las pruebas de ADN confirmaron que ese perfil genético no corresponde ni al de Laiglesia ni al de Jiménez.

A mediados de diciembre de 2023 la justicia de Sabadell considera reabrir la investigación para hacer un análisis -esta vez exhaustivo- del disco duro de la computadora de la víctima.