El caso ocurrió en 1983. Entraron a la casa para robarles, los llevaron a una vivienda en demolición y los quemaron vivos. Los asesinos fueron sus albañiles.

En Puán 387, a metros de la Avenida Pedro Goyena de Caballito, vivían el ingeniero Osvaldo Arata (64), su esposa Leonor Romero (62), y su hija, la cirujana Mónica Beatriz Arata (28). Trabajaba allí la empleada doméstica Rosa Lezcano (23), embarazada de dos meses. En la tarde del 19 de julio de 1983 entraron tres personas conocidas por ellos: los albañiles que habían estado refaccionando la casa.

Se trata de Jorge Alberto Assad, Jorge Rodolfo Rosas y Juan Carlos Rossi. Estaban armados y se pusieron violentos pidiendo joyas y dinero. Se cree que tenían un dato equivocado sobre un supuesto monto de dinero que la familia iba a cobrar. Los ataron y maniataron. Se quedaron desde las 14 hasta casi la medianoche exigiendo más cosas de valor. A Leonor la torturaron usando cables de electricidad, después la estrangularon.

Antes de la medianoche se llevaron joyas y objetos de valor, colocaron el cuerpo de Leonor en el baúl del Ford Taunus de la familia y llevaron al resto a un terreno con una construcción abandonada en Cramer 420 de Villa Sarmiento, Morón. Condujeron Rosas y Rossi, detrás los seguía Assad en un Ford Falcon. Inmediatamente los cubrieron con una frazada, los rociaron con combustible y los prendieron fuego, vivos.

Al otro día, extrañado de que no haya nadie en la casa, Horacio, el hermano de Osvaldo, presentó una averiguación de paradero. La conexión entre la denuncia y el hallazgo de los cuerpos fue instantánea. Cuando llegaron al hogar de los Arata hallaron todo desordenado y varios cables de electricidad sueltos.

Los investigadores tardaron casi un año en resolver el caso.

En mayo de 1984 Rosas, que estaba detenido en una comisaría por una causa por robo, confesó el crimen de los Arata. Días más tarde apresaron a Rossi, que también contó el hecho y señaló a Assad como quien estranguló a Leonor y prendió fuego al resto.

En la casa de la pareja de Assad, Sonia Victoria Sapena, secuestraron en la cámara séptica un Rolex propiedad de Mónica y otros objetos que faltaban de la casa de los Arata. A Sapena la procesaron por encubrimiento, pero en el juicio fue sobreseída por la prescripción del delito. Contra Assad había otra prueba: sus huellas estaban en la puerta del placar del matrimonio.

Los albañiles fueron condenados a prisión perpetua por los delitos de “robo agravado en concurso material con homicidio agravado”.