Por Maxi Müller

“No me quiero morir”, suplicó Dante Emiliano, de 12 años, después de haber recibido tres balazos, mientras los vecinos lo asistían y esperaban una ambulancia.

Dante Emiliano iba a la Escuela Secundaria Federal, José María Pino Suárez. El 21 de mayo estaba en la casa de su abuela en la calle  8 de octubre en Paraíso, Tabasco, México. Atendió el teléfono y salió a la puerta, donde lo esperaba su atacante para dispararle. En ese momento gritó, lo llevaron al hospital pero murió horas después.

La fundadora del colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, Ceci Flores, se refirió en la red social X al asesinato: “’No me quiero morir’ es el grito desesperado de Emiliano y de todos nuestros hijos que encuentran su destino entra las balas, los golpes o los machetes del crimen. Si todos fueramos Emiliano, temblaría el crimen y el estado. Que su voz se quede a vivir en nuestros corazones». ¿Por qué Madres Buscadoras? Porque tratan de hacer lo que no hace el Estado mexicano: hallar el cuerpo de sus hijos desaparecidos en fosas clandestinas. De 57 restos, 45 ya fueron identificados por  el Laboratorio de Inteligencia Científica Forense (CIF).

Lo que le pasó a Dante Emiliano ocurre, lamentablemente, con cotidianidad en México. Las estadísticas alertan: según Save the Children (Defienden los derechos de la infancia en España en 115 países), entre 2021 y 2022, fueron 2,450 los homicidios contra menores de edad; según REDIM (Red por los Derechos de la Infancia en Mexico), en 2022 desaparecieron 14 chicos por día.

Aún se desconoce el móvil del crimen y quién o quiénes fueron los atacantes.

Actualización

El 31 de mayo detuvieron a la supuesta autora intelectual: Nancy del Carmen “N”, de 25 años. Según los investigadores era conocida de la familia y sería quien mantuvo conversaciones con la víctima minutos antes de ser asesinado.